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E s normal preocuparse cuando el inicio del lenguaje se retrasa. Más aún cuando todos en tu entorno te hacen la misma pregunta, ¿todavía no habla? Si tu hijo tiene 2 años y no emite una cierta cantidad de palabras se disparan las alarmas y no faltará quien mire de reojo como si algo en él anduviese mal.

Entonces, cuando un niño está adquiriendo el lenguaje ¿qué es lo que se considera normal? Mami o papi, si piensan que es medible exclusivamente con la cantidad de palabras que puede decir están equivocados. Desdramaticemos, los niños aprenden a hablar a diferente velocidad, algunos lo hacen antes y a otros les lleva más tiempo. En general la mayoría dice alguna palabra (aunque sea indescifrable) en torno a los 18-24 meses de vida. Comencemos por algunos hechos comprobados que debes saber:

  • Los niños generalmente tardan un poco más en hablar que las niñas.
  • Los niños que aún no dicen palabras pero que tienen una comunicación no-verbal efectiva y que fácilmente entienden lo que se les dice generalmente están teniendo un desarrollo normal. Por comunicación no-verbal nos referimos a sonidos, gestos y miradas significativas, que tienen un claro referente (por ejemplo, señala el vaso con agua porque quiere pedir agua).
  • Más de la mitad de los niños menores de 3 años que tienen un retraso en la adquisición del lenguaje logran resolverlo sin intervención de un profesional.
  • Un buen número de investigaciones han puesto el ojo en las diferencias relacionadas al orden de nacimiento en el caso de hermanos. Los primogénitos demuestran un mayor nivel de vocabulario y gramática a edad más temprana. Se supone que es debido a una mayor atención individual. Los niños nacidos con hermanos demuestran una mayor habilidad conversacional a edad más temprana, en teoría asociada a que son capaces de presenciar conversaciones entre sus padres y los hermanos mayores. Los primogénitos pueden llegar a 50 palabras más rápido que los niños nacidos más tarde, sin embargo, estos últimos se ponen al día sin ningún tipo de consecuencia a futuro.

Ok, buena información, pero ¿cómo saber si hay un problema del que preocuparse? ¿Si mi hijo aún no habla estoy haciendo algo mal?

Es cierto que en algunos casos hay factores de enseñanza que pueden ser ajustados para mejorar el desarrollo lingüístico de nuestros hijos. Pero en muchos otros, los padres realizan una estimulación adecuada y sin embargo el niño parece no estar listo para comenzar a hablar.

Hay un factor que pocas veces es tenido en cuenta en este proceso y que personalmente considero fundamental, el tiempo. Primero debemos comprender que no hablamos con nuestra boca, lo hacemos con nuestro cerebro. Imaginemos que quiero decir la palabra “agua”. Pues bien, para poder articularla en la boca previamente tiene que estar disponible en mi cerebro. ¿Y eso cómo se logra? Antes necesito haberla escuchado unas cuantas veces, debo categorizarla (es algo que sirve para tomar, tiene cierto color, etc.) y la tengo que haber podido guardar en mi memoria. Por lo tanto, antes que nada es imprescindible comprender el significado de la palabra “agua” para luego poder vocalizarla. Sip, parece fácil pero no lo es tanto.

Que no se malinterprete, jamás recomendaría livianamente dejar todo en manos del tiempo amparándome en la célebre frase “ya va a hablar”, pero tampoco se puede pretender que los niños tengan una suerte de desarrollo lingüístico seriado. Si hay algo que nos distingue de las máquinas es justamente nuestra capacidad para diferenciarnos unos de otros.

Es un hecho que los trastornos del lenguaje han aumentado en los últimos años y que hoy son de los desórdenes más frecuentes en niños en edad pre-escolar, pero también es real que en la actualidad muchos niños suelen pasar largas horas frente al televisor o frente a dispositivos electrónicos, reduciendo la posibilidad de conversar con sus padres. Por otro lado, la mayoría de los padres deben enfrentar largas jornadas laborales que también reducen significativamente el tiempo que pueden interactuar con sus hijos.

Estas y algunas otras causas suelen ser el motivo del retraso lingüístico en el 60% de los casos. Para el 40% restante las causas pueden ser más profundas. Algunas de ellas son: pérdida auditiva importante, dificultades de aprendizaje, trastornos del neurodesarrollo, desórdenes neurológicos, entre otros. En estos casos es primordial realizar una intervención temprana.

Si te preocupa el desarrollo lingüístico de tu hijo el primer paso es hacer oídos sordos a los familiares y amigos bien intencionados que te dicen “tranqui, ya va a hablar”, “lo que pasa es que su hermano habla por él” o “mi hijo comenzó a hablar tardísimo y no tiene ningún problema”. Es probable que sea así, o quizás no. No cuesta nada plantearle al pediatra tus preocupaciones, quien seguramente pueda derivarte a un fonoaudiólogo que ha sido entrenado para reconocer las diferencias en el desarrollo individual y podrá informarte sobre qué pasos seguir. Créeme, nos encanta dar a las familias la buena noticia de que sus niños están haciéndolo bien y no nos necesitan, así como compartir cosas que pueden hacerse en casa para promover el siguiente paso de desarrollo. En esa línea, aquí te dejo algunos tips que fácilmente podrás incorporar en tu hogar:

Conversar con nuestros hijos

Si queremos enseñarles a hablar lo más lógico sería hablarles ¿no? Podemos elegir un cuento que le guste al peque y tomarnos el tiempo necesario para describir los dibujos que acompañan la historia, agregando vocabulario que no esté en la lectura (por ejemplo si el libro es de un cocodrilo podrías centrarte en lo grande que es el cocodrilo, en su color verde, etc.). Tal vez el niño conozca alguna canción de cocodrilos, ¡aprovechemos el momento para cantársela! Este tipo de actividades además de incrementar el vocabulario generan mayor confianza y la confianza es un factor crucial en el desarrollo de la comunicación.

Jugar con sonidos

El tren hace “chucuchú”, el perro “guau-guau”, el auto toca la bocina “pi-pi-piii”. Lo importante es asociar el juguete que estás usando con algún sonido en particular.

Comentar lo que estás haciendo

Si se está bañando contarle que le estás lavando las manos, los pies, podrías llevar juguetes y aprovechar el tiempo del baño para decir colores, animales o cualquier otra cosa que se te ocurra. ¡No pierdas oportunidad! Vas a ver que este tipo de actividades son más sencillas de lo que parecen.

Ofrecerles un modelo correcto

Si tu hijo hizo un intento para pedirte agua, por más que no haya dicho ni siquiera algo similar a la palabra “agua” lo ideal es ofrecerles el modelo correcto: “¿Querés agua?”, “mmm que rica el agua, mami también quiere agua”, “vamos a la heladera a buscar agua fresquita”. Puede ser cualquier otra frase, el objetivo es introducir una palabra en un contexto significativo. Es importante recordar que no queremos que nuestro hijo repita “agua” como un loro, sino que entienda su significado y que lo asocie con el modelo correcto.

No olvides celebrar las diferencias que hacen únicos a tus hijos. Personalmente, mis dos hijos tienen algunos puntos en común pero en general no podrían ser más diferentes. El momento en que cada uno alcanzó su primera sonrisa, su primer paso y los hitos del habla y el lenguaje los hace únicos. En vez de comparar entre hermanos, primos o con los compañeros del colegio, reorganicemos el pensamiento para compararlos individualmente a los hitos del desarrollo lingüístico para la edad. De esta manera podemos permitir que sus preciosas diferencias individuales ocurran y sólo preocuparnos si no están cumpliendo algo a tiempo.

Lucia Meni Battaglia

Author Lucia Meni Battaglia

Fundadora y directora en Clínica Luminous. Lucía cuenta con vasta experiencia en patología vocal, análisis acústico de la voz, adquisición del lenguaje oral en niños con pérdida auditiva, implante coclear, intervención temprana centrada en la familia y dificultades de aprendizaje. Licenciada en Fonoaudiología egresada con diploma de honor de la Universidad de Buenos Aires y residente de fonoaudiología en el Hospital de Clínicas “José de San Martín” de la misma ciudad, es conocida por sus altos estándares, enfoque honesto y gran capacidad para relacionarse e interactuar con las personas y sus núcleos familiares. Lucía se nutre de la superación de sus pacientes y lo hace con una enorme sonrisa y una gran dosis de pasión.

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