E s una realidad que en estos tiempos de cuarentena y de aislamiento social muchos se han visto exigidos en el uso de su voz, conectándose durante horas a clases o reuniones online y video llamadas.
Si bien esta “nueva normalidad” conlleva numerosos cambios en todos los aspectos de nuestras vidas, pocos han tomado real conciencia de la sobrecarga vocal a la que nos vemos expuestos diariamente. Las dinámicas de trabajo y de estudio han reformulado la forma de comunicarnos y de aprender, extendiendo no sólo el tiempo de conexión, sino también el uso diario de nuestra voz. Sin darnos cuenta, nos vemos sometidos a tiempos prolongados de habla, y más aún, la virtualidad nos exige hacer uso de nuestra voz a través del teléfono y/o de la computadora. En las reuniones virtuales, hay varias personas conectadas por lo que es común que se pisen al hablar, elevando el volumen de su voz para ser escuchadas. El delay o los errores de conectividad también tienen un efecto negativo. Cuando suceden mientras estamos hablando, instintivamente elevamos el volumen de nuestra voz.
En el mejor de los casos, tomamos conciencia de la falla de conexión y dejamos de hablar a tiempo, pero luego debemos retomar lo que estábamos diciendo, sobrecargando nuevamente nuestra voz.
Hablar de forma virtual no es igual a hacerlo de forma presencial. Nuestros gestos y nuestra postura corporal juegan un rol fundamental en la transmisión de nuestras ideas. Al eliminar o disminuir estos aspectos, la voz adquiere un papel predominante y si no contamos con herramientas para manejarla adecuadamente, es común caer en abusos y/o mal usos vocales. Los más frecuentes son los relacionados con la respiración, el volumen y el tono.
Pocos han tomado real conciencia
de la sobrecarga vocal a la que nos vemos
expuestos diariamente
La respiración es fundamental para la voz. Podríamos decir que la voz es aire. Partiendo de esta premisa es fácil entender que manejar correctamente el aire que usamos para hablar es un requisito básico para hacer un uso correcto de nuestra voz.
El volumen hace referencia a la intensidad que utilizamos para hablar. Como todo en el cuerpo humano, el volumen debe ser justo, ni mucho ni poco. Es común elevar el volumen de nuestra voz cuando queremos transmitir una idea o concepto. En tiempos de virtualidad, es frecuente compensar con volumen lo que no podemos expresar con nuestro cuerpo. Este exceso de volumen produce una sobrecarga vocal que mantenida en el tiempo puede dar lugar a la aparición de cansancio vocal o a la instalación de disfonías.
El tono conversacional es la frecuencia de voz que utilizamos al hablar. A grandes rasgos, si bien se manejan ciertas inflexiones, el tono conversacional debería mantenerse estable durante una conversación. Al perder el control respiratorio, es frecuente compensarlo con una modificación del tono que nuevamente no hace más que sobrecargar a las cuerdas vocales.
Cuando esta sobrecarga vocal es frecuente y mantenida en el tiempo, pueden aparecer síntomas de disfonía. Algunos de ellos son:
- Cansancio de la voz al finalizar el día
- Cambios en el tono
- Sensación de cuerpo extraño, irritación o ardor en la garganta
- Carraspeo
- Tensión de los músculos del cuello, hombros y espalda
- Garganta reseca
- Sensación de ahogo o falta de aire al hablar
- Pérdida de inteligibilidad o dificultad para hablar sobre ruido de fondo
¿Qué puedo hacer para cuidar mi voz durante las reuniones o clases virtuales?
Hidratación: El agua es fundamental para que las cuerdas vocales puedan funcionar correctamente. Llevar un vaso o una botella de agua para beber durante las reuniones o clases es una de las cosas más fáciles que podemos hacer para cuidar nuestra voz. En contrapartida, beber café, té o mate resulta muy irritante, por lo que no es conveniente hacerlo si vamos a utilizar nuestra voz por un tiempo prolongado.
Economizar el uso de la voz: La tecnología es muy buena, pero puede convertirse en nuestro enemigo. Hablarle a una pantalla no es lo mismo que hacerlo frente a un grupo de personas. Los docentes son los que se ven más afectados ya que suelen utilizar de forma prolongada su voz por largos períodos de tiempo. En una clase presencial, con un simple gesto podemos saber si está siendo dinámica o si por el contrario se ha tornado aburrida. Ese termómetro es difícil de medir durante las clases virtuales. Es común en este tipo de clases hablar de forma excesiva. El descanso vocal es fundamental en el dictado de clases extensas. Turnar diferentes tareas en las que no se requiera un uso constante de la voz puede ser una buena opción para incorporar tiempos de descanso vocal.
Evitar gritar o elevar la voz de forma innecesaria: La mayoría de la gente regula el volumen de su voz a través de su audición. Si escuchamos con dificultad es probable que elevemos nuestra voz al hablar. Si el ruido o la conversación de nuestro entorno son elevados, también subiremos nuestra voz para poder ser escuchados. Evitar tener reuniones virtuales con niveles elevados de audio pueden ayudarnos a mantener un volumen óptimo de voz, evitando sobreesfuerzos.
Es importante tomar conciencia que, en tiempos de virtualidad, estamos utilizando mucho más nuestra voz. Más en tiempo y más en exigencia. Por ello se torna fundamental que podamos cuidarla para evitar que aparezcan síntomas de disfonía. Es bueno saber también que, en el caso de padecer una disfonía, contamos con herramientas sencillas para poder revertirla. La terapia vocal es un tipo de tratamiento que realizan los fonoaudiólogos para mejorar las habilidades vocales de las personas. Suelen ser tratamientos efectivos a corto plazo, por lo que vale la pena tenerlo en cuenta si vemos que tenemos problemas frecuentes con nuestra voz o si simplemente queremos mejorar nuestras habilidades vocales.